La conciliación de la vida personal y laboral de los trabajadores empieza a abrirse camino como un activo de responsabilidad social de las empresas, además de ser una apuesta por la mejora de la productividad, con un aprovechamiento intensivo de la jornada de trabajo y un compromiso creciente con el uso de los avances tecnológicos en la sociedad de la información.
Iberdrola, la primera empresa energética de España y líder mundial en energías limpias, ha pactado con sus trabajadores aplicar la jornada intensiva, hasta ahora reservada a los meses de verano, durante todo el año. Toda la plantilla del Grupo Iberdrola, con la excepción de los trabajadores de Renovables, Mantenimiento y Operaciones y los de Scottish Power, tendrá una jornada continua de 7.30 de la mañana a 15.30 de la tarde, con una horquilla flexible en la entrada y salida. Es la primera empresa cotizada que forma parte del Ibex 35 que adopta este innovador sistema de producción, con el que pretende incrementar el tiempo efectivo de trabajo de sus empleados en 500.000 horas anuales.
Las condiciones laborales pactadas, revolucionarias en España si hacemos abstracción de las de los funcionarios, recogen también una amplia flexibilidad de la jornada en los casos de maternidad o cuidado de los hijos y de otros familiares, sin pérdida alguna de remuneración.
La empresa, en todo caso, se ha cuidado de compensar esta batería de privilegios en la conciliación con un programa de estímulo a la productividad que tiene incidencia directa en la retribución del trabajo. Además de ligar la retribución al desempeño personal de objetivos, tendrá también relación directa con el beneficio obtenido por la compañía y con el grado de conocimiento en materia de prevención de riesgos laborales. Pero la eléctrica ha dado un paso más para implicar a los empleados en el desarrollo de la empresa, con un nuevo plan sobre acciones para todos los empleados, constituyendo el vínculo seguramente más atractivo para extraer lo mejor de cada trabajador.